30.9.09


Dicen que una sonrisa vale más que mil palabras, pero no cualquier sonrisa para mi. Solo esa que espero, la que ansió ver, la que me llena. La sonrisa de la persona que da lo que quiero recibir. La sonrisa, por cierto, tan particular, la que crea esas muecas que amo. La sonrisa esperada, con los ojos brillos. Eso es lo que vale más que mil palabras, sentir a la otra persona en el momento en que genera esa sonrisa, que a la vez, genera otra, como si fuera contagioso. La que te da ganas de apretar, y por qué no, besar. La sonrisa esperada, la sonrisa que paga mil. Esa es la que quiero ver, la que quiero sentir, la de la persona que sin esfuerzo puede crear, para hacerme sentir bien, o quizá pintar de colores lo que nunca será.

Es más fácil olvidarse ahora, olvidarse de todo lo que pasó este último tiempo. No quiero tenerte rencor, no quiero odiarte, por eso va a ser mejor despedirnos ahora, antes de que cometa algún error. Pensaba esperarte hasta que vuelvas, pero eso no serviría de nada; tenerte no significa que seas mío. Ya no quiero tenerte, a partir de ahora vas a ser problema de otra. Asique por favor no me llames, no me hables, no me escribas, no pienses en mí, no pienses ni siquiera en no pensar en mi, porque eso significaría que estoy equivocada, y no puedo estar equivocada. Terminamos. Vos, Ella y Yo, terminamos.

Quizás no es amor lo que me hace buscarte.

Basta de vivir así. ¿Saben cuál es el problema? El problema es la obsesión que tienen con la felicidad. ¿Por qué no se dejan de joder con la felicidad? Todos, absolutamente todos están dele que te dele buscando la felicidad ¿Y qué es lo único que encuentran? Amargura. ¿Por qué? Porque esa felicidad que tan obsesionados están buscando es lo que los está torturando en verdad. Viven amargados buscando ese algo que les falta, ese algo que no tienen, ese algo que de tenerlo los haría más felices. Viven en las mismísimas puertas del cielo, siempre ahí a punto de entrar, a punto de llegar, a punto de conseguir esos cinco que faltan para el peso. Siempre ahí apunto de… golpeando las puertas del cielo, tratando de recuperar ese paraíso perdido, queriendo siempre llegar a la felicidad. Vivimos en las puertas del paraíso y créanme, que si cruzan esa puerta todo se termina. Porque esa felicidad, supuesta, ese cielo, ese paraíso, es que nada falte ¿pero qué pasa? Siempre falta algo. Y está muy bien que sea así, porque eso que nos falta es lo que nos mantiene vivos. La felicidad no es tenerlo todo, la felicidad son esos momentos lindos, fugaces, esos chubasquitos de éxtasis que ocurren muy de cuando en cuando, mientras uno sigue buscando ese algo que falta. Amigos míos, si vivimos siempre amargados buscando eso que nos falta vamos a estar siempre ante las puertas del cielo, siempre mirando la fiesta desde afuera. Asi que mis amores, a todos los que están ahí escuchando, golpeando las puertas del cielo, les comento que la fiesta está en otro lado. Y los invito a mi fiesta de la primavera. No es una gran fiesta, no es todo lo que les falta, pero yo creo que si estamos todos juntos va a estar buena. La amargura de buscar la felicidad y no encontrarla, de estar en las puertas del paraíso y no poder entrar. Esa amargura nos hace perder de la fiesta, de la fiesta de estar vivos. Asi que, deja de pensar tanto en la felicidad y el paraíso, mejor sumate a la fiesta que está buena. Sumate.

Noche.
Noche encantada.
Noche dolorosa.
Noche insensata, mágica y loca.
Y luego más noche.
Noche que parece no acabar nunca.
Noche que, sin embargo, a veces pasa demasiado rápido
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16.9.09

Una imagen, un olor, un sonido, nos traen una vivencia que sigue viva, latiendo. Va más allá de que uno quiera o no, ese recuerdo vuelve sin permiso, sin ser llamado. ¿Por qué algo que queremos sepultar, olvidar, se nos cuela por los sentidos y vuelve tan vivo como siempre? Porque algo nos dice, algo nos reclama. Algo late en esa imagen, en ese aroma, en esa música, algo nos susurra, es un tiempo perdido que vuelve para ser recuperado. Esas evocaciones, esos recuerdos súbitos son señales que nos sirven de guía, porque cuando escuchás una canción que te hace acordar a otra época y sentís nostalgia, quiere decir que algo de lo que vos eras quiere volver, quiere seguir vivo. Casi todos los días tenemos esas imágenes, esos olores, esos sonidos que nos transportan al pasado, pero los ignoramos. Pero si en lugar de ignorarlos nos detuviéramos a entender el mensaje que nos traen, entenderíamos mucho mas de nosotros. Y de a poco, tirando de esa punta del ovillo, guiados por ese recuerdo, llegamos a la otra punta, a esa palabra que siempre estuvo ahí y que vuelve, irrumpe, ni golpea la puerta, nos viene a reclamar porque quiere ser dicha. Es un tiempo perdido que entra por los sentidos, que irrumpe de golpe, pasado que se hace presente porque no puede esperar más. Un tiempo perdido que quiere renacer. Un tiempo perdido que quiere ser rencontrado. Porque cuando recobramos ese tiempo perdido algo renace en nosotros y volvemos a sentirnos vivos, volvemos a ser nosotros mismos. Recuperando el tiempo perdido nos reinventamos una y otra vez . Cuando algo se nos hace presente una y otra vez señala algo simple, nunca se fue. Porque en nuestro corazón limón no es limón, limón es hija. Una canción no es canción, es deseo de amar. Pasado no es pasado, es tiempo perdido que quiere ser recobrado.

¿Cómo es el amor? ¿Es complicado el amor? ¿El amor es caprichoso? ¿El amor es cruel, es egoísta? ¿El amor es injusto? ¿El amor es posesivo y celoso? ¿El amor es a destiempo? ¿El amor es angustia todos los días? ¿El amor es un desencuentro permanente? ¿El amor es traicionero? ¿El amor duele? ¿El amor desilusiona? ¿El amor es soledad? ¿El amor va y viene? ¿Cuál es la verdadera naturaleza del amor? Todos nos preocupamos porque nos amen. Fundimos biela, carburadores, hacemos cualquier cosa con tal de que nos amen. ¿Pero es más importante ser amado que amar? El gil, como decimos todos, que ama ¿no es más feliz que el perno que solo quiere que lo amen? Si se ensucia el carburador el que ama le mete igual, contra viento y marea, cueste lo que cueste, lo que quiere es amar. Cuando un fratacho ama le importa más el otro que él mismo. Cuando amas haces cualquier sacrificio por el otro, nada te hace más feliz que ver al otro feliz y nada te hace más triste que ver al otro triste. Cuando amas, amas hasta el punto de renunciar a tu amor, por tu amor ¿y cuál de nosotras haría algo así? No, porque nada nos alcanza, queremos que ellos renuncien a todo, que se sacrifiquen, que sean héroes para nosotras, y si no es así ¿significa que no nos aman? ¿Se dan cuenta? Nada nos alcanza. Porque el que ama, ama. Ama lo que le gusta, lo que no le gusta, lo que nunca le va a gustar. El que ama no es un perno quisquilloso como somos todos que siempre estamos ahí buscándole el pelo al huevo, la fallita para decir “ves, no me amas tanto como me decís, no me amas como me merezco, no me amas hasta el infinito”. El amor es entregarse, es que el otro sea más importante que vos. Uno no encuentra el amor, el amor te encuentra, y cuando te encuentra te arrasa, te da vueltas, te vuelve de aire, y lo único que te importa es amar, amar de frente, sin razones, sin especulaciones, amar y solo amar porque esa es la verdadera naturaleza del amor.

Así es el amor ¿no?, a veces se gana a veces se pierde. Hay que resignarse tambien, hay que saber cuando a uno le toca dar un paso al costado, eso tambien es amar, cuando uno sobra, cuando uno ya esta de más. En la vida uno se relaciona con muchas personas todo el tiempo y es asi eso de vivir, relacionarse, elegir, elegir con quien queres estar, con quien no; todos todo el tiempo estamos buscando algo, ¡bah! buscando algo, buscando un amor y el amor esta dentro de las cosas que responden al azar. Si tenes suerte en la vida, te podes cruzar con el amor; es casi un milagro. El amor es como la loteria, podes jugar toda la vida y ganar o no hacerlo nunca, pero si lo intentas y no ganas, no tenes nada que reprocharte. Lo que no tiene perdon es haber encontrado el amor, haber tenido esa suerte y no haberlo provechado. Yo tuve la suerte de haber encontrado el amor y lo deje pasar, y eso no me lo puedo perdonar. No sabes las ganas de llorar que tengo.


7.9.09

Pero cuando creemos que todo se termina, cuando creemos que todo está perdido, siempre se abre una ventana. Como si nos escucharan, como si todo estuviera perfectamente planeado para que las personas no se rindan ni se den por vencidas. Como si existiera una conspiración entre planetas, soles y lunas para que las personas cuando se caen al río no se queden sumergidos en él, abriéndose a su paso esa ventana, esa salida que se abrió con un nombre, y yo simplemente atiné a llamarlo: Él. No hubo reemplazo, no hubo un cambio. Simplemente una persona más se unió a mi camino, y comenzó a caminar conmigo, dándome su mano y dándome un espacio. Compartiendo sus cosas con las mías. Compartiendo su vida. Consejos ante problemas. Sonrisas ante lágrimas. Apoyo frente al llanto. Miradas cómplices. Nuevos códigos, nuevos momentos. Charlas hasta altas horas de la noche. Risas continuas sobre cosas chiquitas e insignificantes, pero que con él tienen un sentido especial. Él simplemente apareció, para verme crecer. Él estuvo conmigo, así me lo hizo sentir y me lo hace sentir todos los días de mi vida, desde la mañana a la noche. Sus retos, sabios y correctos, aparecen de vez en cuando para hacerme notar algo que estoy haciendo mal. Sus felicitaciones me hacen recordar que estoy por el camino adecuado, tratando de hacer las cosas bien. ¿Cómo agradecerle a la vida esta persona que nos puso en el camino? ¿Cómo contradecir al destino si este viene con personas tan valiosas, como lo es Él? ¿Cómo querer cambiar algo de mi vida, si hoy soy feliz? ¿Cómo cuestionar la existencia de alguien superior que siempre nos pone cosas buenas en el camino? La vida todos los días te cruza con personas, que hay que cuidar, que hay que retener y valorar. Uno sabe quienes son esas personas que te van a acompañar siempre. Uno sabe quien vale la pena y quien no. Uno sabe a quien querer y a quien no. Uno sabe a quien ayudar y a quien obviar. ¿Cómo puedo hacer para describir semejante amor incondicional que recibo todos los días de parte de Él? ¿Cómo explicarle el hecho de que contribuyó tanto en mí, que hoy ya forma parte de mi misma?
Porque por mas que me equivoque,
y me caiga mil veces,
sin estos tropezones y equivocaciones
no sería lo que soy.
Voy a prender otro cigarrillo. Antes de irme, quiero proponerte un juego. Tenes que mirarme a los ojos. No, mejor, tenes que cerrarlos. Bien, ahora te voy hacer una pregunta, pero vos no tenes que responder. Yo voy a entender, por la expresión de tu cara, la respuesta. Bien, ¿estás listo? - (Susurrando) ¿Puedo Besarte?

6.9.09

Hay muchas cosas que no entiendo todavía, pero estoy tratando de comprenderlas. Necesito tiempo. No tengo la más remota idea de dónde estaré llegado ese momento. Por eso no puedo decirte palabras bonitas prometiéndote o pidiéndote nada. Todavía nos conocemos poco. Pero, si me das tiempo, haré lo imposible para que podamos conocernos mejor. Quiero volver a verte y hablar con vos. Es probable que vos y yo nos necesitemos más el uno al otro de lo que suponíamos. Y que, debido a esto, nuestra relación haya dado un rodeo, que, en cierto sentido, se haya torcido. Quizá no tendría que haber hecho lo que hice. Pero no podía actuar de otro modo. Y la intimidad y el cariño que sentí hacia vos en aquel momento no los había experimentado nunca antes. Quiero una respuesta. La necesito.

2.9.09

Supe que te amaba antes de encontrarte.
Creo que te soñé en mi vida.
Supe que te amaba antes de encontrarte.
He estado esperándote toda mi vida.

No por nada estamos con la nueva ola hoy, “the new wave”. ¿vos sabes cuantas nuevas olas hubieron a lo largo de la historia de la música?... miles, millones, ¿sabes por que? Por que siempre llega un momento en la vida en que nos cansamos de la misma musiquita, entonces ahí es donde algo nuevo empieza a pasar… Hay que dejar que la nueva ola nos pase por encima, y nos traiga algo nuevo. Hay que subirse a la nueva ola y dejarse llevar para salir de la inercia, del punto muerto, para no estancarse y buscar siempre algo nuevo. Nunca se sabe lo que pueden traer las nuevas olas, por que las olas llevan y tren… las olas nos modifican, nos trasforman, nos hacen vivir. A veces es cierto, las nuevas olas nos dan miedo, nos desconciertan, pero bueno ¡hay que subirse a las nuevas olas y surfearlas, barrenarlas, vivirlas! Hay que animarse a pegar un volantazo de una vez y cambiar el rumbo… ¿vos queres cambiar la vida, esta vida de nada, de “ufa!, siempre igual”, de vacío?, bueno, cambia!... como? Como? Como?, con amor.


Cuando escribís en una computadora y te equivocas es fácil, haces clic en “deshacer”, corregís y seguís, pero en la vida es un poco más complicado. Nos encantaría que existiera un botón para deshacer nuestros errores, sería más fácil. Un descuido, un error, un desliz y todo cambia, ya no podes hacer borrón y cuenta nueva. Pero si existiera una forma de volver atrás y corregir lo que hicimos mal ¿no lo harías? Vivimos a mil y no le damos importancia a los detalles, a los cambios sutiles, cotidianos, y ese detalle mínimo nos pueda cambiar la vida. Una palabra no dicha a tiempo, un gesto a destiempo y lo que era la solución a nuestros problemas, pasa a ser un problema. Creemos que las grandes tragedias son las causadas por grandes errores, pero a veces un detalle, algo que no debería ser dicho, es el aleteo de la mariposa que desata la tormenta, y una vez desatada la tormenta uno quisiera volver el tiempo atrás, a esa palabra no dicha, a ese gesto que no se hizo. A veces, por más que uno sepa que fue lo que desato la tormenta y sepa como rebobinar la película, no puede volver atrás, no puede volver a frenar el efecto mariposa. En cualquier sistema, por definición, siempre se comete un error, pequeño, insignificante, pero siempre ay una falla. Causa y Efecto. Un pequeño error que produce grandes cambios, una mariposa que produce un huracán. Detalles, pequeñas fallas, descuidos que escapan de nuestro control. Eso nos dice el efecto mariposa, no podemos controlar todo.
Cuando se despierta alegre, está pensando en él,
Cuando se cuelga y sonrie de la nada, está reviviendo momentos con él,
Cuando escucha un tema y le brillan los ojos, ése tema le recuerda a él,
Cuando después del peor día, se va a la cama con una sonrisa,
sin duda es porque habló con él.
No puedo aferrarme a nada ni a nadie. No puedo aferrarme al amor, a la amistad ni al cariño. Simplemente porque cuando empiezo a sentirlo por alguien, pienso en lo mal que pueden llegar a resultar las cosas, en que ya no estoy dispuesta a perder a alguien importante para mí. Casi inevitablemente y sin quererlo, sola me voy alejando, me aislo, corto cualquier lazo que pueda unirme a alguien. Supongo que así creo que puedo evitar la tristeza. No me permito disfrutar, tampoco INTENTAR y me molesta, vaya que sí. Pero me rehuso a fracasar una vez más, a la sensación de perderlo todo, a sentir que los latidos se frenan de a poco. Como si así evitara querer o extrañar a alguien, pero no, lógicamente no lo hace. Ojalá fuese así de fácil,ojalá uno pudiese elegir siempre bien, no sentirse así. Veo el cielo nublarse y en vez de esperar a ver si llueve o no, salgo corriendo en busca de un refugio, me escondo. Ya no puedo soportar otra pérdida, no quiero sentir una vez más que ése vacío tan aborrecible se apodera de mí y que poco a poco desaparecen las ganas de ponerme de pie. Pero sé también que si ésta reacción prevalece en mi, si, los voy a perder.