14.7.08

Recuerdo una terraza de una vieja casa de campo. Recuerdo el sol invernal de un medio dia acariciando mi cara, obligandome a entornar los ojos, perdida mi mirada en ningún lado, ni de fuera ni de dentro de mi. Sintiendo el sol. Le recuerdo en aquella terraza; alejado. Una distancia casual y premeditada. Una distancia que decia que estariamos juntos sólo mientras los dos permanecieramos en esa terraza. Su mirada se perdía en ninguna parte, en un horizonte que sólo él veía. De repente, dos personas tumbadas bajo un mismo sol desplagaban sus mundos; una de ellas diciendo adios y la otra resignandose, pensando que la felicidad acababa alli. Yo me aleje aún más quizá intentando habituarme a esa distancia o quizá sólo para ver si yo también conseguía sentirla. De repente me miraste como si fuera una figurita de cristal que tu ya no ibas a desear y que si seguias moviendo se te caeria de las manos; me observaste, contemplandome, ya no juzgandome, ni deseandome; sólo contemplandome como contemplabas los arboles, las casas,... Yo quise alargar aquella mañana en esa terraza eternamente sólo por poder tenerte a mi lado, sólo por verte.... Te acercaste y me besaste y senti una caricia calida sobre mi fria superficie de cristal. Y por un momento deje de ser fria y descubri que el sol y tus besos era cuanto necesitaba para ser feliz. "Me gusta demasiado besarte para ser sólo amigos": y con estas palabras me dijiste adios para siempre.

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