Ya no siento nada. No se, no me importa, no me sobrepasa, es más, me resbala. ¿Para qué estudiar si me va mal? ¿Para qué hacer la tarea si nunca corregimos nada? ¿Para qué dormir si me tengo que levantar? ¿Para qué bañarse si me voy a ensuciar? ¿Para qué? No se para qué. En este momento me siento un GRAN ¿PARA QUÉ? caminando por las calles de Buenos Aires. Pero es todo raro. Me siento bien. Mejor que nunca. ¿Quién lo hubiera dicho? Estoy agradecida por lo que tengo y por lo que hago.