10.8.09

No cruces la línea. No rompas, como tantas
veces, la débil cinta que puse rodeándome, protegiéndome, con la inscripción
frágil. Estoy en período de reparación. Estoy en período de
mirar las heridas que nunca miré, y buscar de sanarlas, o al menos, dejar de
profundizarlas. No rompas ahora, justo ahora, el silencio. No estires los brazos
del tiempo para que vuelva a envolvernos, para que vuelva a contenernos, para
que vuelva a hacernos alucinar con un paisaje bonito en el cual los dos cabemos
perfectamente. No uses a tu favor mi debilidad. Porque sabés que si me
sonreís, caigo de nuevo
en la incertidumbre de perder cada uno de los
motivos por los que me alejé de vos. No seas desleal. No manipules todo el
material que te dí sobre mí, en todo este tiempo de idas y vueltas a tu
isla.
Quédate ahí, inmóvil, como siempre. Quédate inmóvil, pero completamente, sin usar siquiera las palabras, los gestos induciendo a la confusión. Quédate ahí, junto a tus miedos inmaduros, junto a tu grata certeza de saberte ajeno a los peligros que podría acarrearte
el enamoramiento. Quédate contemplándote los ojos, transparencias sin fin donde
se pierden los caminos que llevan a tu corazón, donde se oscurece el discurso y
se vuelve tonta nadería. Quédate acariciándote a solas. Quédate amándote, con
ese amor que te reconoce sólo a vos como punto de partida y como fin último, con
ese amor que nace de tu piel y vuelve a ella, con ese amor que yo ya no
necesito.

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